Mog Bistro: Back to basics, back to authenticity

Dirección:  Frontera 168, Roma Norte, 06700 Cuauhtémoc, CDMX

Teléfono: 01 55 5264 1629

Tipo de comida: Japonesa

Categoría: $$$

Relación CP üüü

Ubicado en la Calle de Frontera, siendo básicamente el único atractivo de la vialidad. Es un lugar sencillo, grande, pero no lo suficiente para el cuórum que tiene. No cuenta con reservaciones, por lo que recomendamos llegar temprano y esperar en fin de semana, o ir entresemana y temprano.  Cuenta con mesas dentro del salón, afuera sobre la banqueta y una increíble barra, en la cual se puede ver todo lo frio que se prepara en el restaurant.

El servicio es algo agitado, amigable, con poco tiempo para dar recomendaciones y poner atención en los detalles, pero es algo que realmente no hace mucha falta, permitiendo divertirse muchísimo en el lugar. La carta es amplísima, estilo Japón, con imágenes de todos los platillos, descripciones pertinentes, opciones de todos los grupos de alimentos, con buena disponibilidad en general, aunque cuidado con el postre: el mil crepas de té verde, es otra razón para llegar temprano, ya que se acaba rápido.

En cuanto a la comida, una vez más perdimos el control: Niguiris, kushiagues, robatayaki, dumplings, sopa, sushi y postre.

Para empezar, pedimos un kushiague de plátano con queso crema, un robatayaki de muslo de pollo, y una de corazón de pollo. Las tres deliciosas, el corazón fresquísimo, conservando ese sabor tan peculiar. El muslo suave, jugoso, crujiente por fuera. La de plátano con queso: bien, pero nada especial.

Luego elegimos los dumplings de camarón con bambú, excelentes, pasta de arroz perfecta, grosor exacto, bien elaborados, bien logrados.

Seguimos con los niguiris: un gran deal es el toro set, que incluye una pieza de oo toro, una de chu toro, una de aburi toro, y otra de negi toro. Perfecto, gran corte e inigualable frescura, todas con un poco de wasabi entre el pescado y el arroz, perfectamente bien calculado, para ser un toque complementario (el cual con el tiempo se darán cuenta de que es indispensable). Les recomendamos comer primero el aburi, ya que si se enfría pierde parte de su encanto. Luego el negi toro, que está bien, pero nada especial, luego el chu toro, y finalmente la pieza estrella: el oo toro. Por otra parte, pedimos el tradicional salmón, y finalmente erizo; fue la primera vez que comimos esto, y resultó una experiencia interesante. Digamos que es como los ostiones, nunca debes masticarlo más de dos veces, si lo haces será la peor experiencia de tu vida; sino, puede ser algo memorable.

La sopa que pedimos fue el Kakiage udon: con base de pescado y soja, pasta udon, wakame; aparte tempura de zanahoria, cebolla y camarón, el cual podía irse agregando poco a poco a la sopa, para que no perdiera el toque crujiente. Algo increíble de este plato es la base, generalmente cuando hay una base de pescado esta tiene un sabor y olor realmente potente; y este no fue el caso, sólo resultando en un toque sutil, delicioso, predominando el sabor de la soja. La pasta con cocción perfecta. En resumen, gran sopa (literal, en tamaño y calidad).

Como les dijimos antes, perdimos el control; literal ya me llené de sólo acordarme. Pero no en este momento. Seguimos con el sushi de Jaiba suave, tempurizada, crujiente, con aguacate, cebollín, y masago. Este fue bueno, pero todo lo demás fue notablemente mejor, siendo poco notable el sabor de la jaiba, predominando por ejemplo el masago.

Finalmente, por si fuera poco: ¡El postre! Como no hubo mil crepas de té verde, elegimos el panque de matcha con crema batida.  Es difícil lograr que este pan sea suave, y rico a la vez; y en este caso sobrepasaron los estándares. El panque está bien elaborado, y la crema batida es una gran idea, ya que incrementa la humedad del postre, llegando a ser exacta.

En conclusión: gran lugar, tradicional, divertidísimo, ideal para ir con amigos y pareja. Mantén una mente abierta porque te vas a topar con cosas que no imaginaste (en la carta tienen fugu). Espera de moderada a larga para sentarse, pero vale la pena. 

Nejmous